El Astrolongo

Esta historia arranca allá por el año 2008 ó 2009, cuando mi situación económica era un caos, si bien tenía empleo, el dinero no alcanzaba. Por entonces criaba como podía a mi hijo adolescente y todo lo que eso conlleva , trabajaba entonces en el Sindicato de Camioneros, y el sueldo me alcanzaba para pagar las deudas contraídas antes de conseguir ese empleo, y para sobrevivir. Tenía entonces un Ford Ka rojo, estacionado en el garaje, como no tenía dinero para el combustible, lo dejaba ahí, y caminaba las 20 cuadras hasta el Sindicato. Mis días transcurrían de casa al trabajo y del trabajo a casa, me levantaba a las 6 am, organizaba las cosas para que el adolescente almorzara y caminaba rapidito al trabajo, 9 horas diarias seguidas, almorzaba alguna pavada por supuesto, y a las 5 de la tarde, caminaba otra vez hasta casa. Hacía meses que ni siquiera iba al centro, no me compraba un solo trapo, sólo trabajaba y esperaba con ansias el 25 de cada mes, a que cerrara la tarjeta para poder ir al hipermercado a llenar la heladera, y así la iba piloteando. Un mes pagaba la luz, el otro mes el cable, otro mes la luz, para que no me la corten. Eso era lo que tocaba en ese momento y había que apechugar, otra no quedaba. En esa época, mi compañera y luego gran amiga hasta el día de hoy, la nena, Daiana me cuenta que conocía a un Astrólogo, al que apodamos el Astrolongo, lo veíamos seguido por los pasillos con su carpeta bajo el brazo, todas las secretarias, solteras y jovencitas, se atendían con él, les hacía la carta astral y les predecía el futuro. Recuerdo como salían de la famosa reunión, contentas, una iba a casarse, tener 2 hijos, la otra iba a conocer al amor de su vida, y cosas por el estilo. Yo, ya tenía 37 años, y me divertía con ellas. Un buen día Dai me insiste, y me siguió insistiendo para que yo también me atendiera. La famosa carta astral salía $ 60 y por intermedio de Dai, la podía pagar en dos cuotas. Llegó el día, y en algún consultorio vacío, a escondidas del supervisor asistí a la cita, charlamos, me preguntó día, hora y lugar de nacimiento y me dijo que en una semana traía la Carta Astral. La semana pasó y veo llegar al Astrolongo, que me dice, sos muy afortunada y sonriendo me entrega una hoja de carpeta, la de 3 agujeritos, con una letra tan preciosa, dibujada, una caligrafía única. La guardo y en un momento en que no tenía afiliados que atender, la leo. Decía que los planetas se alineaban, que Mercurio en conjunción con Saturno, que Plutón no sé qué, que iba a conocer a una persona que me iba a llevar a dar la vuelta al mundo, que yo iba a conocer muchos aeropuertos, y cosas por el estilo que no terminé de leer en ese momento. Estaba tan enojada con Dai, porque me hizo gastar mis últimas monedas, le había entregado los primeros $30 y todavía me faltaban otros $30. ¿Qué iba a viajar yo? ¿ Con que dinero, si no tenía ni para la nafta, conocer el mundo, yo. Que viajaría a bañarme no se a cuantos mares, ¿yo? Que apenas si conocía el atlántico , había viajado a Camboriú un par de veces y otras a Capao, que bronca tenía. No le creí nada, ni una palabra. Al punto que guardé esa hoja de carpeta en un cajón y la olvidé. Mi vida seguía su rutinaria monotonía. Trabajar, estirar como podía para qué alcance, cosa que no lograba, vendía algunas ropas entre las chicas, me amañaba, y no me daba la cabeza para soñar con conocer a algún hombre, y menos conocer el mundo , que ilusa. Un año después de la famosa cita con el Astrolongo, y por esos toques sutiles del destino , el famoso caballero que me llevaría a recorrer el mundo se cruza en mi camino, o yo en el de él. Y si, viajé y mucho Y sí me bañé en otros mares Y sí, dí la vuelta al mundo, varias veces de su mano. Y sí, soy muy afortunada. Botón de muestra: En cada cumpleaños, armo mis souvenires del festejo en las cartucheritas , del neceser Kit que te dan en los aviones, los demás a la camisa. Hoy, pleno 2022 debo reconocer que el Astrolongo dijo la verdad, ojalá pudiera encontrar la hoja de carpeta y hacer un cuadro con ella. Moraleja, aunque no soy nadie para dar consejos, sólo les cuento mi vivencia, en esas noches de llanto y desesperación, no cierren los ojos, porque siempre hay una luz, aunque sea pequeña, al final del camino. Y colorín colorado, este relato se ha acabado.

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