Ella
Hoy quiero describirla.
Hoy la miro, y la admiro.
Ella, Patricia, una de mis más mejores y aguerridas amigas.
Tuvo una infancia muy marcada, llena de acontecimientos duros que labraron su alma y forjaron su estoico corazón.
Sus hermanitos partieron primero, los siguió su mamá, años después sus amados abuelos y entonces siguió su vida de huérfana en casa de sus tíos.
Pasó su adolescencia entre sus primos, tuvo su primer empleo, se hizo mujer, y hasta conoció el amor en una cita a ciegas.
Ese amor que llenó todos sus huecos, que la llenaba de mimos, que le bajaba el cielo, la luna, las estrellas, ese amor arrasador con quien formó su familia.
Ese hombrazo que le dio dos hijos, ese tipazo buenudo que le decía " Patry", hoy también partió, después de 5 largos años de pelearle contra uno y otro y otro cáncer.
El tipazo protector, deportista, que nunca fumó, que hizo del rugby una devoción, hoy después de varios y agotadores días de terapia, de coma inducido, de fallas renales y hepáticas , de sepsis, de diálisis. cirugías, quimios e infinitas sondas, cerró sus ojitos y voló.
Y ahí estuve viendo a esta guerrera, sujetando a sus hijos y con el seño duro, tomarle la mano, entre tantas mangueras y pitidos, y monitores presagiando el desenlace, decirle: Descansa Gordo, yo estoy bien.
Y luego tocó escuchar la sentencia, porque el veredicto y la condena ya la había escuchado,oido,vivido y padecido por años.
Y tocó verlo ya desconectado, y mi guerrera ahí, firme, de pie, con la mente más fría que jamás he visto en mi vida, entregando documentos y firmando papeles sin sentido.
Ella, mi amiga del alma, viuda a los 54 años, con dos hijos, con el desgaste de los 5 años de ser cuidadora primaria, y sobretodo: única.
Ella, la que nunca claudicó, la que se bancó todos los diagnósticos , la que no dormía más de 3 horas seguidas desde hace tanto tiempo.
Ella, la que tragaba saliva y lloraba bajo la ducha.
Ella, la que seguía trabajando como podía, la que se aguantaba las críticas de la gente, que porque si, que porque no, de todos los opinólogos de turno.
Ella, la del pelo canoso y la piel achacada, la de los hombros caídos, la de la mente clara y ojos rojos, brillosos y hundidos.
Ella, mi mejor amiga, diciéndome, bueno, vamos negra sigamos...
Y ahí estuvimos, vestidas de negro, a la par. Recibiendo pésames, y escuchando la repetida frase:" ya descansó ".
y luego tocó llevarla a mi lado en el auto, detrás del féretro hasta el crematorio.
Y en ese momento, cuando todos los ánimos ya agotados de tantas horas, llevabamos más de un día de trajín (yo) ella 12 días de internacion, siguió demostrando su entereza.
Ella, generosa y sublime.
Ella, pacífica hasta más no poder.
Ella, mi mejor amiga, compartiendo urna con la madre de su amado.
Ella, Patricia, estoica, firme, cumpliendo todos los ritos y protocolos boludos.
Ella serena,
Ella en PAZ.
Ella, mi Orgullo.
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